Hay un insignificante lugar en los arrabales de una galaxia, cerca de un monstruo de plasma y furia. Una singularidad de color azul, fruto de una cadena de felices azares, que gira a velocidades de vértigo a través de un vacío helado, traspasado por huracanes de radiación letal. Es el único punto en el silencio del cosmos donde se oye reír.
Mentes más cumplidas que la mía han intentado definir la risa, acotarla. Sus interpretaciones suelen decir más sobre su visión del mundo que sobre fenómeno tan evasivo. En lo que casi todos podríamos estar de acuerdo es en su carácter superfluo. Estrechamente emparentada con el lenguaje, reacción fisiológica ante una sobreabundancia de placer, ese rasgo de desbordamiento lo hermana con el orgasmo, pero, a diferencia de este, es generosamente ilimitada. Y contagiosa.
Si hay algo que me han enseñado las redes sociales es que la risa, como la belleza, es frecuente. Decimos maravillosas tonterías, nos premiamos con iconos carcajeantes, compartimos y recompartimos memes como mocosos excitados, tejiendo una red inabarcable de pitorreo. Esa risa compartida con desconocidos crea un simulacro de intimidad. La parida es fraterna. Creo haber dicho por aquí que el humor de cada cual es una herencia, somos una cadena de chistes.
Con frecuencia acompaña a la ebriedad, estableciendo conexiones imprevistas entre las cosas, descubriendo contradicciones y revelando nuestras propias miserias. Contra un sentimiento trágico de la existencia cabría hablar de un conocimiento cómico, que no se engaña sobre lo que nos es dado, pero lo transforma en aceptación incondicional.
¿Cuándo te dedicarás por fin a algo serio?, nos reprochan por malgastar el tiempo sin construir nada que permanezca. La risa, en oposición a la seriedad, sería entonces algo carente de valor. El moralista nos señala su carácter de lujo inútil, su volatilidad. Nos recuerda también que está la risa cruel que ridiculiza, la risa del público en las ejecuciones, la risa de la soldadesca incendiaria, la risa impía del envidioso. ¡El mundo perece y nosotros nos reímos! ¿Qué podemos aducir en nuestra defensa? Le mostraremos un niño que ríe en su cuna ante la sorpresa de lo nuevo, la risa de pura excitación del rapaz que corre deslumbrado por las posibilidades del ser, la risa secreta de los adolescentes que crea vínculos de por vida sobre afinidades del humor, la risa franca, obscena y luminosa de los amantes, la risa que desnuda al tirano, la risa del humor negro, que refuta toda moral forzosa, la risa que es descanso de los desamparados … El universo es serio, la historia es seria, los árboles, los gatos son serios, demonios, solo la risa es humana. Me hago viejo, el tiempo se acorta, uno no se siente cómodo en un mundo que se hace hostil y sin embargo cada vez río más. Dejadme eso, no me lo quitéis, permitidme que en el tercer acto me baje los pantalones y le haga un calvo a la maldad, la estupidez y la desgracia.
