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Duerme, duerme aún con esa paz y ese temblorcillo de los gilipollas cuando los primeros rayos del sol, que también sale para los gilipollas, entran en su dormitorio de gilipollas. El gilipollas abre los ojos, bosteza y estira los brazos y ve que el mundo es bueno. En el baño hace caquita, se pesa en la báscula y en la ducha se enjabona el orto. Luego se afeita su carita tersa de gilipollas. Al gilipollas le complace ver su expresión de gilipollas en el espejo. Pasan los años y el tiempo le desgasta, pero su mirada clara de gilipollas sigue siendo la misma de cuando era un pequeño gilipollas al que quería mucho su mamá. Su esposa y sus hijos todavía duermen, necesitan descansar de la agotadora convivencia con un gilipollas, aunque a veces el gilipollas se les aparece en sueños. Luego se prepara un café y unas tostaditas y desayuna solo, como un gilipollas. Empieza el día.
El gilipollas coge su coche y alivia la tensión de los atascos escuchando en la radio a una serie de tertulianos gilipollas que le complacen y edifican porque tienen las mismas ideas de gilipollas que él respecto a las desdichas que afligen a este país de gilipollas. En el trabajo se relaciona con otros gilipollas, zanganea, malmete, difunde chismes. El gilipollas no entiende bien lo que le dicen o lo que lee, pero no lo sabe porque para eso es gilipollas. El gilipollas entra a escondidas en las redes sociales donde pontifica como un gilipollas y sus lugares comunes de gilipollas argumentados falazmente con el aplomo y la mala fe que solo un gilipollas puede permitirse son calurosamente aplaudidos por otros usuarios no menos gilipollas. El gilipollas hace chistes de gilipollas en el office mientras se toma un café para impresionar a una compañera de trabajo. Al gilipollas el café le provoca acidez.
A lo largo del día el gilipollas ha negado ayuda a gente que lo necesitaba y lo merecía, ha obstaculizado ideas excelentes y ha promovido a perfectos gilipollas. Muchas personas a las que desconoce se verán desalentadas o directamente jodidas por las decisiones que ha tomado como un gilipollas. El gilipollas arruina vidas y siembra las semillas de futuras catástrofes. Lo hace en parte por dejadez, en parte por aparentar que tiene ideas propias y en parte porque no puede dejar de ser un gilipollas pues tal es la condición del gilipollas. El gilipollas no descansa, forma parte de su ser de gilipollas una hiperactividad constante, porque el gilipollas no puede estarse quieto, al gilipollas el silencio le hace sentir un vértigo inmenso. Un vértigo de gilipollas.
Regresa a su casa calentita de gilipollas con la satisfacción de haber hecho el gilipollas todo cuanto es posible. Besa a sus hijos y les dice cuatro gilipolleces para que sepan de qué va la vida. Después de cenar ve con su mujer una serie gilipollas en la televisión y cuando les entra el sueñecillo se van a la cama. El olor de la crema de noche de su mujer le hace recordar con melancolía su juventud. La acaricia y tienen sexo con penetración. El gilipollas se duerme tan tranquilo, pensando en la poesía de las pequeñas cosas. Su mujer no duerme preguntándose por qué eligió de entre todos los hombres a aquel gilipollas y dios, pegado al techo con velcro ―el interior de su noble cabeza rebosante de estrellas― vela por el gilipollas como vela por ti y por este gilipollas que os escribe y por todos los gilipollas de este mundo fatigado.